miércoles, 16 de noviembre de 2011

ENREDOS



Los Enrredos de mi Pelo


Desde pequeña, mi pelo había sido censurado por los últimos productos para alizar el cabello. Para ser más específica, mi abuelita en su “beauty” me peinaba desde mis cuatro años. No me quejo, pero al ser dominada por mi inocencia, nunca me pude defender. Mi fuerte y resistente pelo sufrió pérdidas, quemaduras, haladas, lastimadas, de todo. Al crecer, un día le dije a mi abuelita, “Abu, no me quiero alizar más el pelo. ¡Ni sé cómo es de verdad!. Eso me dolió muchísimo y claro, tenía un poco de miedo por que no sabía cómo sería esa odisea de encontrar mi cabello. ¿Saldría imprudente, exigente, chango, llamativo, atractivo, coqueto o hasta ‘antojau’? Pero así mismo, me puse mis pilas y me enfrenté a éste reto por que era algo que tenía que hacer por mí y por la esencia de mi cabello. Así fue, un día desperté y encontré que mi cabello era libre, cariñoso, acogedor, expresivo e identificador, como lo soy yo. Se convirtió en una de las características que más me describía y me complementó al yo ser yo. Antes, yo tenía que esforzarme mucho para expresar todo lo que siento y cómo soy. Ahora, sólo dejo que mi pelo hable por mí.

Con cariño,

pelúaysinsentido
Diana M. Cruz

martes, 15 de noviembre de 2011

domingo, 13 de noviembre de 2011



Pelo.
te he dicho adiós un par de veces,
pero me quieres,
y regresas.

Pelo,
dime,
¿le has contado a alguien nuestra historia?
¿Recuerdas cuántas veces lloré
porque después de cortarte
supe que había sido sólo una venganza
una mutilación absurda?

Pelo,
cuando era pequeña
te ordené ser largo,
pero sólo creciste un poco más abajo de mis hombros.
Los rizos traicioneros
de tu joven y briosa vida
no quisieron complacerme.

¿Y te acuerdas,
cuando te peinaba por horas
hasta ensuciarte otra vez?

La pistola de aire con que te mataba
(sabes que aún no la he tirado al río)
poco a poco
te hacía doblegarte ante mí.

Luego fuiste la víctima más óbvia
de las verdades de mi cuerpo.
Te perdí dos veces,
me dejaste hebra por hebra la primera,
y de una rapada la segunda.

Pero regresaste y
he querido serte fiel,
sin éxito.

Tenemos una relación
algo tortuosa,
tú y yo.

Ay pelo,
perdóname otra vez.
Si yo te quiero,
de verdad.

Eres parte de mí,
eres "the icing on the cake",
la corona,
el velo,
la prenda más querida.

El viernes me distraje
y te prendiste en fuego.
Y ahora no me quieres perdonar.

Pelo,
mi víctima amada.
No te vayas.
Por favor.
No fue mi culpa, te lo juro.
Intentémoslo una vez más.

martes, 1 de noviembre de 2011

POR LOS PELOS DE CHICLANA (1994-31/10/2011)


El cabello de Víctor fué su campo de batalla donde a gritos nos decía, a su joven edad, que el mundo no estaba preparado para su intensa mirada y corazón. Un mohawk verde con dreads o una cabecita rapada pintada de rojo, luego una trenzas eran su declaración de "¡Mírame! tengo un lugar en este mundo y a como dé lugar lo voy a reclamar, aunque sea tirándole de los pelos.” Su cabello era como una especie de bandera que plantaba donde quiera que llegaba. Te plantaste bien Víctor en el corazón de muchas y muchos. Infiltrar mi mundo de cariño en el de Víctor no fué tarea fácil, pero finalmente fué y nos unían las conversaciones sobre su nuevo look cada vez que entraba al salón de clase. La última vez que lo ví entraba al salón a conversar con sus amigos y le pedí que se acercara para ver su nuevo estilo y toqué su cabello teñido de verde y compartimos ideas de diseño y composición para futuros peinados, esa fué nuestra última conversación. Hoy celebro la  vida de Víctor y la felicidad de haberlo conocido, aunque fuera en este mundo de paso, de buenos y malos pasos que nos ponen zancadillas cuando menos lo esperamos. ¡Enhorabuena que me tropezé contigo Víctor, con tus greñas y contigo!

Yolanda Velázquez