El
cabello de Víctor fué su campo de batalla donde a gritos nos decía, a su joven
edad, que el mundo no estaba preparado para su intensa mirada y corazón. Un
mohawk verde con dreads o una cabecita rapada pintada de rojo, luego una
trenzas eran su declaración de "¡Mírame! tengo un lugar en este mundo y a como
dé lugar lo voy a reclamar, aunque sea tirándole de los pelos.” Su cabello era
como una especie de bandera que plantaba donde quiera que llegaba. Te plantaste
bien Víctor en el corazón de muchas y muchos. Infiltrar mi mundo de cariño en
el de Víctor no fué tarea fácil, pero finalmente fué y nos unían las
conversaciones sobre su nuevo look cada vez que entraba al salón de clase. La
última vez que lo ví entraba al salón a conversar con sus amigos y le pedí que
se acercara para ver su nuevo estilo y toqué su cabello teñido de verde y
compartimos ideas de diseño y composición para futuros peinados, esa fué
nuestra última conversación. Hoy celebro la vida de Víctor y la felicidad de
haberlo conocido, aunque fuera en este mundo de paso, de buenos y malos pasos
que nos ponen zancadillas cuando menos lo esperamos. ¡Enhorabuena que me
tropezé contigo Víctor, con tus greñas y contigo!
Yolanda Velázquez
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